Como Google llegó a ser el Gran Hermano


Aquellos que conocen Google en detalle, usan GMail, publican habitualmente con Ad-Sense y tienen sindicados contenidos en Google news y Google Blog Search, saben que Google dejó de ser un proyecto bienintencionado hace tiempo.

Desde 2004, cuando se empezó a usar la publicidad dirigida al contenido del nuestros emails y Google empezó a generar estadísticas en base a lo que la gente escribía en sus mails las libertades de la gente en Internet se vieron recortadas.

Mucha gente todavía le dirá que es beneficiosa esa intromisión en la vida personal porque en realidad no hace mal a nadie y se genera un beneficio al usuario. Quizás pensaban lo mismo los judíos en Alemania cuando el Reich empezaba a usar tarjetas perforadas para registrar datos sobre ellos.

Ahora es el momento en que muchos lectores pueden pensar: “¡que aberración comparar el holocausto judío con la estadística innocua de Google!”, como si Google fuera una especie de ente divino que no este expuesta a los designios de sus propietarios, accionistas y gobiernos de paises.

Otros pensarán “¡que locura pensar que pueda hacerse una segregación de la gente en base a sus gustos o a sus preferencias de búsqueda!”, como si el hecho de buscar información sobre “atentados terroristas”, ”francotirador” o “pedofilia” no te convirtiera en sujeto sospechoso para tus vecinos y por lo tanto en potencial carne de presidio.

Los más lanzados dirán “¡en el estado de bienestar no hay lugar para la guerra y es absurdo preocuparse por que exista el gran hermano!” ese comentario deberían hacerlo en Kosovo, Georgia, Darfur o en Manhattan, donde saben que nada es eterno y que el ‘estado de bienestar’ es un mero eufemismo para el periodo comprendido entre dos guerras.

La conclusión es que lo que Google está haciendo, la información que Google está tabulando e indexando, sencillamente no debería existir, pero aquí estamos, perdiendo libertad a costa de ganar tres euros y ahorrarnos tres clicks, el tiempo dirá si no es un error del que a corto, medio o largo plazo todos nos debamos arrepentir.

El Señor Page y el Señor Brin seguramente merezcan el Nobel en matemáticas por su algoritmo PageRank y probablemente se lo acaben dando, pero solo el tiempo dirá si pasarán a la historia como héroes o como villanos, porque el ‘ahora’ es una cosa y la historia es otra cosa muy diferente.


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