Por norma general cuando nos piden un cambio de código en una aplicación, muchos programadores no pensamos en hacer nada más allá del cambio solicitado, pero jamas deberíamos pararnos en ese cambio exclusivo, deberíamos limpiar la porquería que rodea a ese cambio.
Se trata de evitar que la deuda técnica empiece a subir poco a poco hasta convertirse en un ogro con garrote que impida cualquier tipo de mejora en el futuro. Un símil lo tenemos en los talleres de coches.
Cuando llevas el coche al taller por problemas técnicos o por mejoras funcionales, no solo te lo cambian, también limpian el coche para que se vea mejor el cambio realizado. Esa limpieza la aprecia el cliente y el trabajador del taller, porque les permite pensar que entregan las cosas mejor que como se las encontraron. Si no fuera por eso el coche saldría por la puerta más sucio que como llegó y tanto los trabajadores del taller como los clientes pensarían que su especialidad es trabajar rodeados de porquería.
¿Acaso te imaginas al del taller preguntando al cliente ‘oiga, quiere que le limpiemos la mierda’?, obviamente eso no se pregunta, porque la respuesta obvia es ¿me va a costar más?. Por esa razón tienes que presupuestar los desarrollos pensando en los pocos, nimios, minutos que lleva limpiar la porquería pero que dan un valor añadido al proyecto y al software cuantificable a corto, medio y largo plazo.