Hace unos meses un buen amigo cerro su empresa de robótica de servicio, le conocí en una presentación a venture angels organizada por el IE school en 2010 aunque antes ya le había visto en televisión, en los típicos breves espacios que los telediarios dedican a emprendedores.
Esta empresa era el sueño de la mayoría de emprendedores de robótica, tenían un producto propio con un acabado precioso y la utilidad del mismo era innegable. Sin embargo en la ronda de VA del IE estaba claro que lo único que se iba a gastar eran los canapés. No estaba la economía para lanzarse a grandes alardes inversores y aunque los aplausos fueron más que sonados, la mayoría de aquellos emprendedores sabían que disponer de fondos iba a ser complicado. No en vano las empresas más pujantes eran Supermercados Dia y Primark, nada más alejado de la tecnología.
Esta empresa de robótica no solo había conseguido desarrollar un prototipo fiable (ahí hemos llegado unos cuantos) sino que encima le habían echado narices para elaborar el casing comercial y seguramente que se habían debanado los sesos y rascado la cartera antes de ponerle la pegatina de ISO Compliant (cosa que tiene unos riesgos).
Todo eso no fue suficiente en un país que es (somos) la vergüenza mundial, si nos mencionan los políticos americanos es para “chancearse” (como diría uno de los personajes más conocidos de la TV de sobremesa, esa que nadie ve).
Solo una cosa podría reparar el daño hecho a los sueños de tantos emprendedores españoles desamparados por sus políticos, la reparación de un modelo ineficiente que lleva décadas gestándose.