En ocasiones me toca lidiar con clientes (intermediarios en la mayoría de ocasiones) que no están preocupados por la calidad de las acciones formativas en tecnología de software.
Algunos advenedizos (gente que se dedica a esto, no porque les guste, sino porque no hay otra cosa) no entienden que ahorrarse un 20 o un 30% en el formador implica enviar a un iletrado al cliente, a aparentar un expertise que realmente no tiene.
Podría explicar con mil ejemplos como la rentabilidad que le doy a mis clientes y a los clientes de mis clientes es tremendamente superior que ese porcentaje, pero la mayoría de los advenedizos solo oirán el tintineo de los céntimos en su bolsillo.
¿Acaso piensas que la calidad del software no influye en las ventas? ¿en el feedback del usuario final? ¿en el contento o descontento ciudadano con el software de las administraciones? ¿piensas que en 15 años programando en Java no puedo aportar un know-how diferencial? ¿una experiencia valiosa y monetizable?.
Lo más gracioso es cuando algún advenedizo me dice “te llamará para evaluarte nuestro responsable técnico” que es el típico junior que aprendió a hacer la o con un canuto hace dos años y todavía mira el canuto maravillado.
Por eso me encantan mis clientes habituales, porque no estarán dentro de 5 años montando un chiringuito en la playa o volviendo al mundo del ladrillo, me gustan mis clientes habituales porque saben que ellos y sus clientes ganaran un muy buen dinero y un muy buen feedback trabajando con alguien que hace facturar millones de euros donde antes había un balance plano.